- SIEMBRA DIRECTA
Es aquella que se hace en el lugar definitivo.
Preparar bien la tierra con una laya o efectuando punteadas profundas y rastrillando para eliminar terrones, raíces, etc., facilitando de esta forma el nacimiento y desarrollo de las plantas. Regar abundantemente y mantener la humedad; para eso se puede utilizar una cubierta de hojas, tela o cartones, que además protegerá las semillas de las bajas temperaturas y los pájaros, hasta la aparición de los cotiledones.

- SIEMBRA EN ALMÁCIGO O SEMILLERO
La siembra en almácigos tiene por objeto proteger las plantas del frío o del calor, y proporcionar las condiciones óptimas para la germinación y crecimiento de las plántulas, para luego trasplantarlas a su lugar definitivo y a la distancia que requiere la variedad.
La siembra en almácigo facilita el cuidado de las plantas, así como el tratamiento de las mismas en caso de algún ataque de hongos o insectos antes del trasplante. Los almácigos se construyen en macetines o en cajones, es decir, en espacios reducidos, teniendo en cuenta que se debe disponer de alguna tapa para mantener la humedad y protegerlos cuando las plantas sean pequeñas o estén recién germinando. Es importante recordar que, después de sembrar, el riego tiene que ser regular y en forma de lluvia fina, sin inundar, o con una bandeja por debajo para no destruir el almácigo.
También hay que tener en cuenta que, en la siembra, toda semilla no debe tener más de 1 o 2 veces su espesor en tierra al taparla, para que pueda emerger sin pudrirse.


- TRANSPLANTE
Primero regar el almácigo para poder sacar con mayor facilidad las plantas, seleccionando las mismas. Es conveniente efectuar esta operación en días nublados y con poco viento, preferentemente al atardecer, regando inmediatamente y de manera abundante después del trasplante.